Clara Esborraz:
SUCIA Y DESPROLIJA

Curada por Guadalupe Creche
29 NOV, 2019 ↭ 23 ENE, 2020

Texto de sala por Guadalupe Creche / PDF ↯ / GACETILLA

Lo que nos llevamos a la cama.

Hay una lista de tareas dividida entre martes y jueves escrita con tiza blanca sobre la mesa: – Lavar la ropa – Pasaporte – Coordinar con Maguit publicaciones FYP – Modista – Tema pago cine – Hablar con Ester – 12.30 pueyrredón y santa fé – 10 hs. reunión tirco – 13 hs. Visita guiada – Regalo Lau – Revisar comienzo – Cambiar la escala al espectro respecto al poeta. 7 preguntas en mayúsculas de imprenta. Sobre una de ellas reposa un vaso de vidrio grueso que tiene adentro restos de yogurt viejo, una cucharita de metal y un cuchillo que fue usado para cortar en dos una feta de queso tybo. Al lado, una riñonera rosa de plush apoyada al revés. En la punta una notebook gris que sobre su propia funda protectora reproduce desde chrome una canción en youtube que se escucha áspera y saturada porque los parlantes están rotos. Al frente, una silla de madera y pana con el asiento desfondado que deja salir de su interior el relleno de goma espuma marrón. Al fondo, la cama queen size con sábanas grises, destendida, ropa interior hecha un bollo y un ponchito azul de lana a la altura de la almohada. Detrás, el relieve de las molduras sobresale de la pared. Es Julio y hace frío cuando recibo esta foto de la habitación. 

Hace casi 4 años que conozco a Clara y esta no es la primera muestra en la que trabajamos juntas. Con Clara hablamos y nos alimentamos. Decidimos que en esta muestra los dibujos son deseos que se cumplen.  

Pienso en artistas a las que agrupo para hablar de una idea aquí importante: ellas generan imágenes eróticas, sexuales, lesbianas, por fuera de lo androcéntrico. No sólo en el arte, pero si desde él y con las pretensiones de sacudir la iconografía que conforma eso que se ha establecido o más bien impuesto en un lugar dentro del imaginario colectivo. El año pasado vimos en la muestra de Mariette Lydis, en un rincón tras bambalinas con poca luz, dibujos de mujeres desnudas, besándose, tocándose, teniendo sexo, que fueron parte de sus trabajos como ilustradora para las publicaciones realizadas en Francia que María Cristina posee casi en su totalidad, a causa del coleccionismo apasionado que llevó adelante junto a su marido Jorge Luis Correa. A las dos nos llamó la atención el mismo dibujo de dos mujeres acostadas besándose en la boca. Ese dibujo es una ilustración que forma parte del libro Les chansons de Billitis de 1948 y ahora de uno de los dibujos que miran las chicas en la habitación de la serie Sucia y desprolija de Clara. 2019 y Albertina Carri presenta en la película Las hijas del fuego escenas explícitas de sexo entre mujeres, cuerpos en la pantalla entregados al goce sexual, imágenes de placer propuestas desde un lugar diferente al que acostumbramos a ver, muy alejadas de la tradición y más cercanas a la exploración y al contagio. 1968 y se publica el Manifiesto scum de Valerie Solanas, con el feminismo radical a flor de piel, la lucidez femenina y ser mujer como elección, acabar con la figura construida del hombre genio del arte, el hombre héroe y la mujer reducida a un rol contemplativo que la distrae de la acción. Abril de 2019 en esta misma galería, Fátima Pecci Carou presenta en su muestra Las otras en los pliegues de la historia un biombo con pinturas representando a mujeres de la historia argentina y latinoamericana desde una perspectiva feminista y decolonial. Las figuras pintadas provienen tanto de la historia como de la imaginación. Forman parte del ámbito público como del ámbito más privado y anónimo. Entre diciembre 2019 y enero 2020 Clara presenta en Sucia y desprolija, su muestra individual, una ficción construida a partir de dibujos que suceden dentro de una habitación montada a su vez en dos salas, que se distinguen a primera vista por el color amarillo del piso en la sala de atrás: en la de adelante, siete dibujos alineados como la partitura que antecede a la sala contigua, mujeres que están desnudas, usan tangas con estrás compradas en Once, ropa de látex adherida al cuerpo, botas rosadas de satén con taco aguja. Comparten una bañera mientras fuman puchitos y toman café. Se montan en la desnudez y se las ve cansadas de permanecer. Desde la mirada de cada unx, en el cine, la literatura, y las visuales, el arte, la política, la sexualidad y el lesbianismo atraviesa la obra de estas artistas. 

Atravesada por intuiciones fruto de la propia práctica de noches en desvelo dándole al pensamiento con la birome sobre el papel, el método de Clara para esta serie consiste, como en una película de drama y suspenso, en que los personajes permanezcan en una misma habitación, exacerbando así el comportamiento de las dibujadas como se exacerba el comportamiento de cualquier persona que permanece encerrada. Las caracteriza una vejez prematura, pero ¿qué sucede con esa vejez?, porque es una vejez deseada, hay un disfrute de estar juntas que convierte esos estados en rituales de conexión entre ellas, en un clima del plano del sueño, se las ve liberadas de cualquier cosa que exista por fuera del cuarto ubicado en el cuarto piso del edificio de Once. Es este cuarto en el que Clara vive y trabaja. Es la mesa sobre la que dibuja, la cama sobre la que duerme. Las tazas de café de la mañana y de la tarde, las trenzadas en el pelo, las charlas, los pensamientos, el miedo, la empatía, el enojo, el llanto y el baile desenfrenado. Todo dentro de 4 paredes que sostienen al techo que se descascara sobre este universo onírico exasperado donde no se duerme.

Me pregunto qué lugar ocupa ahora mismo la mujer en el imaginario de las artes visuales. No basta con hacer una muestra o dos o tres de mujeres. No basta con la agenda. Qué son las tan llamadas y repetidas otras formas. Cómo es que no dejamos de encontrar inspiración y amor en reunirnos con amigas, en leer a Donna, en mirar las pelis de Martel, en las crónicas de Preciado, en Colette de Moreno, y entre tantxs autoras. Los encuentros se facilitan cuando no hay puertas que cerrar y abrir. La sala de dibujos está conectada sin puertas con doble entrada a la sala de fantasía, un escenario provisto para dar rienda a nuestra herramienta política más importante, aunque subestimada, la imaginación: la capacidad de confrontar y rehacer la realidad mediante la utilización de los poderes creativos de la mente y el espíritu. La imaginación es una parte inherente del activismo y de la organización comunitaria, vitalizando y trayendo nuevas perspectivas a ese trabajo. En esta muestra de Clara no hay puertas ni prejuicios que separen a un universo de otro, hay 7 dibujos y 7 preguntas.  

ARTISTAS

Clara Esborraz