TERCER CEREBRO

Joaquín Aras, Carrie Bencardino, Jimena Croceri, Clara Esborraz, Santiago Gasquet, Teresa Giarcovich, Constanza Giuliani, Carla Grunauer, Josefina Labourt, Mónica Heller, Liv Schulman

23 AGO ↭ 14 OCT, 2023

OBRAS EXHIBIDAS

Texto de sala por Federica Baeza / PDF ↯

Tercer cerebro *

I

Una sala oscura. La sombra es tan densa que es imposible percibir los perímetros de ese espacio, ni los del propio cuerpo. Luego de un silencio inicial, se escucha el tono de una voz. La voz parece mantener un diálogo con ella misma: el discurrir de un hilo del pensamiento que no se asienta en ningún lugar concreto. Al no poder verificar su propia presencia física, la voz se pregunta por ella misma. Comienza intentando visualizar sus propios labios. Prueba con percibir la caricia que produce cada palabra en los bordes de la boca, la sensación del aire, entrando y saliendo, la vibración de los dientes. No consigue sentir nada. Sin embargo, se sigue escuchando.

II

Un grupo de policías escucha a una Marioneta en una oficina de luz blanquecina. Están sentadxs en ronda, cada unx espera su turno para tomar la palabra. Abrazan y sostienen el cuerpo flojo de la Marioneta. Esperan sus respuestas: ¿El deseo es sólo un sentimiento de inadecuación? ¿Qué es un cuerpo sino un uniforme enojado? ¿Qué es el enojo? ¿Cuánto persiste este sentimiento en un cuerpo? ¿Cuál es el vínculo del enojo y la palabra? ¿Y el pensamiento? ¿Cuál es el pensamiento del enojo? La Marioneta sigue hablando de modo monótono. Discurre sobre una teoría del erotismo interconectado entre las cosas. ¿Y el enojo, el sexo y la palabra? Un policía apoya la pistola en su regazo, mantiene la vista en un punto indeterminado del espacio. 

III

El mundo viene con miles de certezas. Tengo calor, estoy transpirando, hay una luz, me están escuchando, muevo la mano. Hay miles de certezas. Pero tengo, tengo la posibilidad, de… a todo lo que me rodea, que funciona perfectamente… hacerlo mierda. De rondarlo, detenerlo, ponerlo entre paréntesis, desplazarlo, invertirlo, inquirirlo, hacerlo tambalear, con una pregunta.

IV

Cuatro personas toman ketamina en un cuarto. Unx propone percibir la medida del espacio entre ellxs. Respiren cinco veces con los ojos cerrados. Concéntrense en los limites de su cuerpo. Ahora imaginen que vacían todo el aire que tienen en su pecho. Al expulsar el aire lo siguen con la mente. Al expirar esa sensación del aire sobre la piel, esa tensión de los intestinos sobre la cavidad que generan las costillas, ese peso de las vísceras plegadas sobre el coxis, se distiende, se suspende. Ahora todo está flotando en el aire. Y esa vibración toca el cuerpo de lxs demás. Imaginen ese espacio. Intenten retenerlo. Imaginen los límites, las superficies, de ese espacio. Ahora nadie puede volver sobre sí mismx. 

V

Escucho la voz mecánica de la Marioneta. Se han concentrado demasiado en ustedes mismos. Olvidaron que lo importante es la capacidad de interconexión. Sólo la interconexión permite unificar en un mismo espacio todas las respuestas que hemos recibido del ambiente. Al reunirlas es posible sistematizarlas y diseñar las mejores estrategias para vencerlas. Una experiencia realmente funcional. Su propia identidad en este proceso es sólo un obstáculo. La materia de lo pensante se ubica en los límites del cuerpo. Se trata de una superficie plegada. El mejor modelo para imaginarla es su propio sexo. Su sexo es una superficie, no importa si es cóncava o convexa. Lo importante es que está diseñada para estar en contacto. 

VI

Es otoño, las hojas caen y dejan ver los árboles desnudos. Las hojas a la lejanía brillan como monedas. Una niña mira las hojas y se pregunta por la pena. La última hoja del árbol responde. La pena es un efecto secundario frente a la imposibilidad de conectarnos. La pena es una sombra, una imagen que se superpone y distorsiona la localización de las superficies de contacto. Al no encontrar límites precisos, la pena hace que la mente se siga extendiendo. Esta expansión origina accidentes, cráteres, surcos, abismos y puntos ciegos. 

VII

Estoy cansada. Todos los días rayo las hojas con una birome y me pregunto que espero de esto. A veces tengo la fantasía de que al romper la hoja se abra otro plano de la realidad que me saque de este cuarto. Hoy a la noche soñé que rasgaba la superficie de una hoja. Y tenía una impresión confusa en la que el papel era también la superficie del empapelado gastado del cuarto. Metí la cabeza en el agujero y del otro lado sentí sobre mi cara la suavidad de la seda. Pero no percibí ningún color, ninguna luz, ni siquiera la sombra que se siente cuando cerrás los ojos. Sólo la textura sobre la piel, que distinguí perfectamente, y ocupó todo el espacio de mi percepción.  

VIII

Una persona recostada. La luz del cuarto es tan intensa que sus límites son difusos. Está apoyada sobre un ángulo de esa sala vacía. Su mirada se dirige al pequeño rectángulo de la ventana que deja ver el celeste de un día soleado. Sobre su abdomen se aprecia un gran tajo del que se desprenden sus vísceras. Los intestinos delgados son de un tono violáceo y están totalmente desplegados sobre el piso. Los gruesos son de un color verde limón y se anudan a la altura de sus pies. Como si fuera un archipiélago se distribuye en la sala sus páncreas rosadas, los pulmones de un tinte lila, el hígado morado, la vejiga amarilla, este es el punto más lejano. En su rostro no hay dolor, al contrario, una sonrisa cuelga de la comisura de sus labios. En el cuarto de al lado se escuchan gritos. Están enojadxs. Si bien no se llega a entender con precisión lo que dicen repiten lo mismo varias veces. Primero lo dicen en un tono calmo, luego con más fuerza, finalmente esas palabras quedan flotando en el aire como el eco de una letanía.

Federica Baeza
Agosto, 2023

*  Este texto contiene citas, a veces modificadas, de diálogos de los videos polis-polis (2018) de Liv Schulman, Caja existencialista (2023) y Canción de otoño (2023) de Mónica Heller.

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