Gal Vukusich:
VILLA PAMPI
28 FEB ↭ 20 ABR, 2024
OBRAS EXHIBIDAS
Texto de sala por Guadalupe Creche / PDF ↯
Paisaje de verano en Villa Pampi
Entre el canto de los grillos, las chicharras y los pájaros, se escucha de fondo el ritmo de las cumbias saliendo de los parlantes de los autos estacionados al costado del río. Es verano en Santa María de Punilla, Córdoba, el paisaje de las sierras se completa con los sonidos de los turistas y visitantes.
Como cada verano, Gal regresa a Villa Pampi, la casa familiar que da origen y nombre a esta exposición de paisajes dibujados con aluminio sobre terciopelo negro, retratos pintados en troncos de madera y esculturas de piedras.
Villa Pampi fue construida especialmente por el bisabuelo de Gal para su hermana Pampi. La casa está ubicada al lado del río y frente a los predios del Hospital Santa María de Punilla, en una zona de altura y aire puro con un clima favorable para el tratamiento de tuberculosis que las hermanas de su bisabuelo transitaban.
El Hospital, creado en 1900 como estación climatérica, funcionó como el primer centro de atención para enfermos de tuberculosis de Latinoamérica. En 1920 se convirtió en el Hospital Nacional de Tuberculosos, al que migrantes de todo el país llegaban sin cesar en busca de tratamiento.
En 1968, cuando se había logrado frenar la epidemia, el Estado Nacional lo transformó en un hospital neuropsiquiátrico. Durante la última dictadura cívico-militar funcionó como centro clandestino de detención. Desde 1981 el predio es gestionado por el gobierno de Córdoba. El Hospital comprende 400 hectáreas y varios edificios, entre los que se cuentan, entre nuevos y abandonados, el Hospital de Salud Mental y distintas áreas del gobierno provincial. A su vez, una parte del predio es usada para el festival anual de música Cosquín Rock, que atrae a visitantes de todo el país cada verano.
Las paredes de Villa Pampi se yerguen con lajas marrones, azules y ladrillos a la vista. Baldosas coloradas con dibujos amarillos en el piso y tejas en el techo se unen para conformar una fachada. Parte del exterior deja ver mesas y sillas en la galería, rosales en flor y árboles frondosos. Este es el paisaje inquietante y misterioso que se observa en Villa Pampi y que Gal lleva a sus obras como destellos de color que viran al negro.
Un yunque y un martillo
Un yunque y un martillo fueron los primeros instrumentos con los que Gal forjó sus obras. Provenientes de las técnicas de la artesanía de las ferias de Córdoba, y parte de la tradición familiar heredada, Gal trasladó estas herramientas a sus dibujos. Utilizando aluminio de distintos colores, realiza dibujos que engancha sobre suaves bastidores de terciopelo negro. Moldea formas huecas, curvas y lineales, dispone espirales y cadenas y las engarza con canutillos, semillas y objetos de bijouterie.
Los 8 bastidores que integran esta exposición fueron hechos a partir de fotografías tomadas por Gal y de recuerdos personales del Valle de Punilla. Ubicados uno al lado del otro, los dibujos de aluminio evocan imágenes del pueblo. Desde el monumento de la vírgen en la entrada Del Valle hasta una vista del cementerio en el que llueven lágrimas o estrellas, pasando por escenas de sensuales flores de cardo que se comunican mientras las revolotea un picaflor y por animales pastando, el conjunto de imágenes compone un paisaje bucólico. Además, cada dibujo está provisto de objetos, dijes, imágenes de vírgenes, lenguas y chalas, que reflejan códigos populares de la religión, la música reggae, el rock y la marihuana, un conjunto que también forma parte del paisaje local.
Luego están las piedras del río y los troncos de madera, elementos que nuevamente provienen del imaginario de las artesanías locales y los souvenirs. Estos materiales son recolectados por Gal durante cada verano en las sierras, donde busca instintivamente, por gusto o extrañeza, piedras y caracoles para ensamblar, apilar, y generar formas. Así crea pequeñas esculturas de duendes o seres agrupados que parecen salidos de las mismas fábulas de las que surgen los dibujos. Recuerdos, sueños e imaginería popular de las ferias artesanales de Córdoba. En estas piezas hay ciertas reminiscencias de las obras talladas en madera por el cafayateño Calixto Mamani, conocido como el hombre del castillo.
Cómo estar en un lugar
Cada dibujo es sintético y propone una historia en sí mismo. Si se observa con atención, lo que prevalece en cada uno de ellos son los huecos entre las líneas de colores. Las líneas brillan y se reflejan en su contraste con el soporte negro mientras delimitan los espacios vacíos, como si dibujaran sobre la sensación del vacío profundo de la noche que produce el negro.
Las obras no muestran directamente la casa, Villa Pampi. Aunque el título de la exposición da pistas, desde la palabra, para que imaginemos la forma de esa ausencia. Pampi falleció antes de poder habitar su casa, víctima de una arriesgada operación que decidió llevar a cabo una vez que se enamoró y decidió casarse. Y las sierras de Córdoba fueron un destino al que las personas acudían en busca de cura, en busca de vida. La exposición de Gal presenta las otras casas, las de alrededor de Villa Pampi, y así invita a abrir preguntas sobre esas pequeñas historias de los pueblos. Podemos pensar las casas como lugares comunes donde conviven historias presentes y ausentes. Cualquier casa como parte de un paisaje que lleva consigo una historia única.
Los dibujos y las esculturas que reúne esta muestra, el espíritu y las emociones del relato familiar que presenta Gal son una forma de preguntar: cómo relacionarse con los vacíos, cómo estar en un lugar.
—Guadalupe Creche, Salta – febrero 2024